Протяг

Cuando el aire se vuelve más pesado que el hormigón, incluso el silencio suena sordo, como tocar el cristal. La corriente de aire vaga por las esquinas y se lleva todo lo que aún queda caliente: fragmentos de palabras, aliento, pedazos de sentido. El espacio se contrae hasta las paredes, y ya no se entiende si es la soledad la que susurra o el viento el que ruge dentro de la cabeza. Todo a tu alrededor se vuelve igual: el día y la noche, los pasos de extraños y tus propios pensamientos. Pero incluso en ese vacío hay algo vivo: esa misma corriente de aire que recuerda que el movimiento aún existe, incluso si parece que te han borrado del aire.