Pussy Palace

A veces, incluso el metro se convierte en cómplice del drama. Vas conduciendo, llegas tarde, los pensamientos saltan de la irritación al alivio, porque finalmente todo está decidido. Y luego, la llave en la cerradura, la puerta abierta, y la realidad se convierte en una serie con restricción de edad de 18+. En la escena: un joyero lleno de cartas, una cama que no conoce el descanso y una colección digna de una vitrina de museo llamada "Cómo no vivir". En algún lugar entre la histeria y la comedia nace la claridad: todo lo que parecía un hogar resultó ser una sucursal del "palacio de la vagina". Incómodo, ruidoso, casi cómico - como una escena después de la cual ya no lloras, sino que te ríes a través del humo. Y sí, hay una estética en este desastre: brillante, pegajosa, pero honesta.