Пацаны

La ciudad respira al exhalar, ruidosamente, con un jadeo, como después de una larga noche sin dormir. Aquí todo el mundo se mueve como si siempre tuviera prisa por no llegar tarde a su propio destino. Los chicos hacen girar una moneda, no por el brillo, sino para demostrar que pueden hacerlo, levantarse, no disolverse en el hormigón. Algunos tienen una llamada, otros una cita, otros un sueño en el bolsillo, entre las monedas y las llaves de un coche ajeno.

Todos quieren salir adelante, aunque sea un paso, aunque sea un metro. El mundo que los rodea es un poco torcido, pero honesto: aquí no se trata del romanticismo de las calles, sino de la energía que late en el pecho, como los graves en los altavoces. Y mientras la ciudad parpadea con luces de neón, los chicos se mueven, algunos al ritmo, otros a contracorriente.