Plan B

Huele a asfalto después de la lluvia, a gases de escape y a un viaje sin billete de vuelta. El mundo retumba con motores, drones y llamadas telefónicas, pero en algún lugar, bajo todo ese ruido, hay una sensación de que caer puede ser simplemente otra forma de volar. Aquí no hay un plan B, pero sí la certeza de que incluso desde lo más bajo se puede construir una pista de despegue. Entre neones, botellas y mensajes que ya no esperan respuesta, suena un obstinado «ne wracam» (no vuelvo), como un mantra de aquellos que ya han comprendido que volver solo significa volver a ser quien se era antes, y que no hay camino para eso.