Robię to co chcę

Una calle caliente en el bolsillo y una honestidad que duele: suena como una conversación con el espejo después de promesas que hace tiempo que se cansaron de llevar máscaras. El ritmo golpea los retazos del pasado: pasillos subterráneos, un viejo Nokia en el bolsillo, oportunidades recortadas de días grises, todo ello mezclado con burbujas de champán en el capó nuevo. El orgullo gamberro y la terquedad suenan como un mantra: no encajar en los moldes, no pedir permiso y no justificarse ante aquellos que están acostumbrados a dar órdenes.

Hay en ello una cálida ironía, como si alguien desde la calle sonriera cortésmente a sus detractores y les cubriera con una manta para que entraran en calor. La voz no pide aplausos; dice: «haz lo tuyo», y en esa sencillez hay una libertad que hace que respirar sea un poco más fácil.