SAN ANDREAS

A veces, lo único que se desea es que el mundo no se derrumbe hoy mismo. Que el cielo sea perdonablemente azul, el café sin dramas y las relaciones sin segundas intenciones. Simplemente dos personas que tienen una casa mitad de ensueño y mitad de facturas impagadas, pero con la calidez de la cocina y el ruido de la voz querida desde la habitación de al lado.

El amor aquí no se trata de un ideal, sino del cansancio y los intentos de no hundirse juntos. Se trata de cómo sostenerse el uno al otro, incluso cuando las manos tiemblan. Y mientras todo no se haya derrumbado por completo, hay un pequeño y obstinado deseo de darle la vuelta a todo hacia el lado positivo. Al lado donde el sol fríe los huevos «con la yema hacia arriba» y el corazón aún cree que se puede empezar de nuevo, si simplemente no nos rendimos ahora.