Goodbye Utopia

A veces, todo parece haberse congelado: el aire se vuelve pesado, los pensamientos chirrían, incluso el tiempo transcurre lentamente, como un gato acalorado al sol. Parece que el mundo avanza rápidamente, los coches hacen ruido, alguien se apresura a algún lugar, pero por dentro hay silencio. Un silencio en el que se puede escuchar el propio corazón, latiendo al ritmo del vacío.

Y en esta inmovilidad, de repente, se despierta el calor. Ni siquiera por pasión, sino por el deseo desesperado de quemar de alguna manera el estancamiento, de borrar la desesperanza. Queroseno para el dolor, fuego para el frío, sonido para el silencio. Todo para sentir que la sangre aún fluye y no se estanca en las venas como agua estancada. Y aunque el futuro sea incierto, lo importante es que no sea una pausa eterna.