Descripción
A veces, la felicidad no reside en los acontecimientos, sino en las raíces, en aquellas que se hunden profundamente, donde todo es familiar, tranquilo y verdaderamente propio. Hay un árbol bajo el que pasan los años, y cada una de sus ramas recuerda la risa, la tormenta, el silencio y esa mirada de la que no hay que huir.
La libertad aquí no es soledad, sino elección: permanecer juntos una y otra vez. El mundo ruge, se apresura, se derrumba y se reconstruye, y entre todo esto, dos personas siguen aferrándose a la vida como si fuera una mano. Sin palabras grandilocuentes, sin promesas, simplemente: «Mientras seamos libres, viviremos». Y quizá esa sea la forma más correcta de ser.
Letra y traducción
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