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Descripción
A veces, el amor no termina con una explosión, sino con un ligero eco, como si alguien simplemente hubiera cerrado la puerta y el viento se hubiera llevado las últimas palabras. Sin rencor, sin escenas, solo la conciencia de que la vida ha seguido adelante. Parece doloroso, pero ya no duele, es más bien como una suave cicatriz que se convierte en parte de la piel.
Aquí se trata de madurar: no de resentimiento, sino de aceptación. De esa rara honestidad que permite dejar ir y no buscar culpables. Quedan la gratitud, los recuerdos, un poco de tristeza y la sensación de que todo valió la pena. Simplemente, el tiempo siguió su curso y dos corazones aprendieron a latir a ritmos diferentes, con calma, sin dramas, pero aún con sinceridad.
Letra y traducción
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