hoax

El amor aquí no arde, sino que se consume lentamente, como un cigarrillo que se apaga hasta el filtro, dejando en los dedos el olor de la pérdida. Todo lo bonito ya ha pasado, y luego ha llegado el regusto, amargo, gélido, inevitable. No es un berrinche ni una súplica, sino un cansado reconocimiento de que el dolor se ha vuelto casi familiar.

Es como una fotografía descolorida, en la que el sol se ha escondido tras las nubes, pero nadie ha pensado en llamarlo para que vuelva. Cuando el corazón late no por alguien, sino simplemente por inercia. Cuando sabes la contraseña de una puerta vieja y entras de todos modos, no porque sea necesario, sino porque no puedes hacer otra cosa.

Es triste, hermoso y un poco vergonzoso que incluso la destrucción pueda sonar tan tierna.