A War With Time

La ciudad, donde incluso los ángeles cayeron alguna vez, huele a tiempo quemado. El aire está impregnado de ese cansancio que te hace preguntarte si es invierno o simplemente una pausa entre vidas. Parece como si la noche lo hubiera olvidado todo: la nieve, los rostros y por qué hay que recordar. Solo en algún lugar dentro de uno mismo se oye el suave clic de un viejo mecanismo: la memoria, que no te deja ir, pero te pide que te vayas.

Y en este extraño mundo de sentimientos supervivientes, cada paso suena como una despedida. Cálida, suave, pero definitiva. Cuando el cielo se convierte de repente en un espejo, en lugar de un refugio, y finalmente comprendes: a veces, el amor también es dejar ir. Incluso si la voz tiembla y las manos siguen extendiéndose hacia el pasado.