frenas

Dos personas, la noche y ese momento en el que el sentido común ya duerme, pero la piel aún recuerda lo que significa desear. El aire es denso como el sirope, las frases son cortas, la respiración entrecortada y en la cabeza solo hay un pensamiento: «no te vayas». Todo parece sencillo: te atrae, te sacude, te hace girar. Pero en algún lugar entre «quédate» y «no puedo» reside toda la magia, ilógica, como dos manos en una cintura a las dos de la madrugada. Y aunque no sea amor, sino solo química al exhalar, es auténtica, sin planes, sin sentido, sin café matutino.