Starry Eyed Surprise

Es como si hubieran sintonizado una emisora de radio al azar, en algún lugar entre la lluvia y un atasco, y en lugar de una canción hubieran escuchado un torrente de sueños en media docena de idiomas. Las palabras parecen discutir cuál de ellas es la verdadera, y la música lo recoge todo pacientemente y lo lleva, como un río lleva hojas de colores. No se entiende nada, pero el estado de ánimo es sorprendentemente adecuado, como si el cerebro finalmente se hubiera ido de vacaciones sin Internet ni planes. Aquí hay sintetizadores como de una cinta VHS, voces que parecen el eco de un sueño y la sensación de que todo esto ya se ha escuchado en alguna parte, tal vez en un sueño, tal vez en un teléfono antiguo. Lo principal es no intentar entenderlo. Simplemente dejar que el sonido decida por sí mismo dónde empieza y dónde termina.