ADD

Es como si una botella de refresco hubiera explotado dentro de mí y ahora las burbujas de la confianza en mí mismo silban alegremente en mis sienes. Todo a mi alrededor parpadea como en una historia, donde las imágenes cambian más rápido de lo que tardas en entender por qué has entrado. Un poco de caos, un poco de narcisismo y una tonelada de autotune: un cóctel en el que el TDAH se convierte no en un diagnóstico, sino en un estilo de vida. Aquí la atención salta de unas muñecas relucientes a los nombres de los famosos y al ritmo, que ni siquiera baila, sino que simplemente no puede quedarse quieto. El mundo gira en torno al protagonista y parece que él está muy contento de que no sea una forma de hablar.