antisocial

Viernes, diez de la noche. Todo el mundo parece haberse puesto de acuerdo para divertirse, pero hay quien simplemente quiere quedarse en su órbita, en pijama, bajo una manta y con el teléfono en silencio. El mundo te llama a la fiesta, pero tu batería interna apenas parpadea en rojo. Y no es por tristeza o dramatismo, sino porque no siempre tiene sentido hacer ruido por hacer.

Mientras otros llenan de felicidad vasos de plástico, algunos eligen la paz y la claridad. Sin brillo, sin filtros, sin «¿por qué no has ido?». En eso está la confianza en uno mismo, el estilo propio, el brillo antisocial. Cuando la luz de las farolas es más brillante que la lámpara de la discoteca y no hay que adaptarse al ritmo de nadie. Porque se puede ser una «estrella» en casa, si brillas para ti mismo.