PLN

La ciudad bulle como un teléfono sobrecalentado: llamadas, marcas, «me gusta», billetes. Todo gira al ritmo de «hacemos tonterías todo el día», y en este caos hay una lógica: cuanto más absurdo, mayores son los ingresos. Aquí el cansancio huele a perfume caro, y la pereza es simplemente otra forma de decir «éxito». Entre las llamadas de los fans y las facturas de los nuevos «juguetes» nace una energía especial, un poco atrevida, un poco divertida. Todo está bajo control, aunque parezca que no. Y aunque el día haya perdido hace tiempo su principio y su fin, lo importante es que los ceros en la suma crezcan más rápido que las dudas.