Minimum ça

A veces solo quieres respirar hondo y decirle al mundo: «No soy malo, solo estoy cansado». Aquí se trata precisamente de ese estado de ánimo, como el viernes por la noche después de una semana loca, cuando en lugar de filosofía lo que quieres es una copa, una manta y que no haya plazos que cumplir. La música se balancea perezosamente, las palabras fluyen con dignidad y detrás de ellas se percibe la dulce seguridad de alguien que ya ha hecho lo que tenía que hacer y ahora tiene todo el derecho a no hacer nada durante al menos diez minutos... bueno, seis.

Todo suena como un himno al merecido descanso, sin culpa, sin excusas, simplemente con la sensación de «ya es suficiente». Una suave ironía, un ritmo ligeramente complaciente y ese raro lujo de permitirse una pausa mientras la vida sigue girando.