Записка 8

La noche se refleja silenciosamente en el neón, como si se extendiera por el parabrisas. La ciudad bulle, pero en el interior reina un silencio tan denso que incluso el corazón late con retraso. Parece que, en un momento, las calles mismas indicarán adónde ir, dónde está ella. La búsqueda aquí se parece más a un hechizo: el motor encendido, el navegador apagado y el deseo obstinado de encontrar no a una persona, sino un reflejo, una mitad, aquella que brilla en algún lugar entre las luces y las lunas. El viento azota la cara, y en el pecho hay luz de los faros y un poco de locura. Y todo esto no parece una persecución, sino una oración susurrada con la banda sonora de los propios pensamientos.