Vamos A Olvidar

Al principio, todo suena como una crónica de la desintegración: el amor se resquebraja, las sonrisas se desvanecen, el corazón se convierte en un almacén de fragmentos. La escena parece sacada del cartel de un viejo teatro: no es un drama, sino una comedia musical agotada, en la que los actores olvidan el texto y sus papeles. Pero en lugar de un final trágico, de repente aparece una extraña ligereza, como después de una lluvia nocturna, cuando el aire todavía huele a tormenta, pero ya se quiere exhalar.

De la amargura nace un ritual: servir otra ronda, brindar por los fracasos y reírse del propio heroísmo ingenuo. La canción convierte el dolor en un brindis colectivo: por los errores, por las caídas, por el hecho de que incluso los jardines más sombríos alguna vez brotan con nueva vida. Triste, ruidoso, liberador: como celebrar la libertad sobre las ruinas de tus ilusiones.