FYL2

El ritmo pulsante parece latir en las sienes, no por el baile, sino por la inquietud. Las palabras se clavan en el aire con confesiones entrecortadas: aparentemente sobre el amor, pero en realidad sobre la desconfianza, sobre las heridas que se llevan bajo la piel y no se muestran a nadie. Es curioso, por supuesto, que todo esto ocurra con una música que normalmente se espera que tenga un ritmo de discoteca, pero aquí la discoteca parece estar dentro del corazón, con un letrero de neón que dice «no te vayas».

Parece duro, con sus «juguetes» y su bravuconería callejera, pero suena como una persona que tiene miedo de quedarse sola. En cada línea hay una extraña mezcla de bravuconería y súplica: no mientas, no te vayas, dame una oportunidad. El resultado es una pista paradójica: te hace mover el cuerpo, pero toca esos lugares que normalmente se esconden a espaldas.