Josephine

Un ritmo pulsante, como aire calentado al rojo vivo, en el que las palabras se disuelven más rápido de lo que tardas en captarlas. Los monótonos «heat-heat» llegan en oleadas, convirtiéndose en algo entre un hechizo y un mantra para la pista de baile. Aquí no hay prisa por explicar o demostrar nada, solo repetición, solo el calor que se eleva en el pecho y se mantiene hasta el último segundo.

Y de repente aparecen fragmentos: «baby», «New York», «I want to get you somewhere», como destellos aleatorios de letreros de neón en la noche. Parece que todo esto ya se ha oído en alguna parte, pero ahí está precisamente el placer: en la simplicidad, en la repetición hipnótica, en la sensación de que la música te mece, como un largo viaje en taxi por una ciudad que nunca duerme.