А я

Como un tren sorprendido, que de repente se ha salido de sus raíles habituales, pero sigue rodando por inercia, lentamente, chirriando y resonando. Aquí el aire huele a estaciones de tren, a lluvia y a cansancio por los interminables intentos de «arreglar» lo que se rompió ayer. Las palabras son como maletas sin asas: difíciles de arrastrar, pero da pena tirarlas.

La música suena como un suspiro prolongado, cuando ya no hay nada que discutir ni nada que demostrar. En este temblor de notas hay una cansada aceptación de que el cielo calla y un permiso para salir de la memoria, donde aún cuelgan las promesas ajenas. No se trata de debilidad, sino de liberación, cuando cruzar el umbral puede ser el acto más honesto.