Something That I Can't Forget

En cada sonido hay un silencioso regusto a errores, como fotografías que han estado demasiado tiempo al sol y se han descolorido. El corazón susurra palabras no dichas, y las manos revisan mecánicamente los fragmentos de recuerdos, como cartas ajenas que nunca se enviaron. Todo parece tan lejano, como si la fiesta hubiera terminado, las luces se hubieran apagado y tú te hubieras quedado solo con el eco de tus decisiones.

La música aquí es como un vendaje para el alma, pero quitado demasiado pronto: duele, pero limpia. Trata de lo difícil que es perdonar no a los demás, sino a uno mismo, de cómo «adiós» suena más fuerte que «te quiero» y de cómo incluso en los momentos más vacíos hay una extraña obstinación por recomponerse para ser, al menos una vez, completo.