Mille fois

El ritmo es suave, pero se nota cierta tensión, como si unos caros zapatos de deporte rozaran el asfalto de la ciudad nocturna. En las letras se refleja el habitual dilema: entre el amor, que espera con las maletas hechas, y el dinero, que hay que perseguir y atrapar antes de que se escape. Un poco de cansancio, un poco de bravuconería y mucha verdad sobre la vida, donde los sentimientos se dejan a un lado y se mantiene la velocidad por el bien del objetivo.

El estribillo suena como un mantra repetitivo «la money», como un recordatorio de por qué todo es así. Por un lado, ella, que sueña con las Maldivas y un anillo; por otro, él, que cuenta billetes y riesgos. El resultado no es un cinismo frío, sino un retrato honesto de una generación en la que el romanticismo, el trabajo y el ajetreo se entrelazan en una sola pista de la lista de reproducción: dulce humo, ternura tácita y olor a mucho dinero.