Sucré Salé

Como fotogramas borrosos de una película antigua: trozos de melodías, frases a medio entender, destellos de imágenes, y todo esto forma un caleidoscopio, donde es difícil entender dónde está el principio y dónde está el final. En un lugar suena a tejados y bahías, en otro, una sonrisa se convierte en una pequeña celebración, y en algún lugar lejano, Tamatave destella, como una postal de otro mundo.

Da la sensación de una conversación casual escuchada en la calle: a veces es seria, a veces divertida, y luego de repente se convierte en poesía, lo que el propio autor supuestamente no esperaba. La música aquí no mantiene el ritmo sino que abraza todos estos fragmentos de pensamientos y los convierte en una sola danza. Este caos tiene su propia lógica: la vida todavía resulta dulce y salada, con recorridos extraños y una alegría que irrumpe de vez en cuando en los detalles más simples.