Fever

Fiebre escondida en etiquetas de diseño: como si el cuerpo temblara por el calor y el frío al mismo tiempo. En la camiseta, manchas de sangre y rastros de una noche ajena; en los bolsillos, ruido, pastillas y un ritmo acelerado que no te deja parar. Todo a su alrededor rebosa lujo, pero por dentro huele a farmacia y siente que su corazón late demasiado fuerte.

Cada estrofa es como un flash en un club oscuro: luz roja, pómulos afilados, respiración entrecortada, pero las manos siguen buscando una nueva dosis de velocidad, ya sea en la pista, en una botella o en otra marca en la estantería. Aquí la fe no se busca en la catedral, sino en el cubículo del baño, bajo el pesado susurro de Saint Laurent.

La ironía de la locura de la gran ciudad: fuera, una fiesta al aire libre, arriba, un descapotable bajado, dentro, una huida de uno mismo hacia otra neblina. Es la banda sonora para aquellos que saben vivir «demasiado rápido» y, al mismo tiempo, aprovechar cada momento antes de que se desvanezca en el polvo de sus zapatillas.