Llorarás

Como una salsa con un toque de venganza: el ritmo patea las deudas del pasado, y las palabras llegan justo a tiempo: «pagas por el sufrimiento». Aquí, los celos se convierten en una profecía coral, donde cada «llorarás» suena como un caramelo con relleno crujiente: primero duele, luego es dulce y desagradablemente agradable. Toda la historia no es tanto un grito como una advertencia cuidadosamente formulada: no hagas daño, o te volverá el eco de tus propios gestos.

En el final, hay una sorprendente ligereza: la liberación se envuelve en un gesto festivo sarcástico, como si se hubiera decidido quitarse los grilletes y arrastrar el pasado en una carretilla navideña. Una mezcla de autoestima y ligera malicia convierte el sufrimiento en una lección y un baile: aquí ya no se buscan excusas, sino que se organiza un pequeño desfile de la nueva vida.