Hate Me

Cuando el amor se rompe por las costuras, suena así: fuerte, desgarrador, como una discusión en un piso vacío, donde las paredes ya lo han oído todo. Las palabras vuelan como flechas: «¿Me odias? Pues dilo más alto». Y cuanto más lo repites, más claro queda que detrás de ello no hay rencor, sino nostalgia por lo que ya no se puede recuperar.

Hay algo extrañamente bello en esta dinámica oscilante: ora amor, ora odio, ora deseo de borrarlo todo. Las voces se entrelazan, como dos personas que discuten hasta quedarse roncas, pero que siguen sintiéndose atraídas la una por la otra. La ironía es que el odio suena más sincero que las declaraciones de amor eterno. Porque, en realidad, no es más que otra forma de afecto.