GUAIA

A veces, la vida exige horarios, plazos y listas de la compra semanales. Pero, de repente, se activa otra dimensión, en la que no hay planes ni obligaciones, solo el murmullo del mar y el tiempo parece haberse detenido. Todo se convierte en una magia perezosa: los besos se ralentizan, el aire se vuelve más denso y los pensamientos se alejan por encima de las nubes.

Aquí lo importante no es el destino, sino la huida en sí. Una ladera de montaña o una casita en la playa son igualmente adecuadas si hay alguien cerca con quien no da miedo disolverse en el momento. Las vibraciones se elevan por encima de lo cotidiano, e incluso el caos parece convertirse en orden. La música funciona como una linterna en el crepúsculo: ilumina suavemente el camino y deja espacio para eso mismo: «vamos a ser nosotros mismos».