Masalveo

Por la noche todo parece más fuerte: los bajos retumban en el pecho, las luces parpadean y las palabras parecen guiñar el ojo desde entre el humo. Aquí hay mucha fanfarronería y coquetería, una confesión para la pista de baile, donde cada gesto se acuerda en silencio y el ritmo pone los puntos sobre las íes. Las combinaciones de palabras en español suenan como conjuros: una invitación al perreo y la promesa de que la noche se convertirá en un pequeño secreto entre la música y los cuerpos.

En la pista hay un juego descarado, ya sea un desafío o una broma: la audacia tosca convive con una ligera calidez coqueta. La voz parece instruir y animar al mismo tiempo, como si alguien en un bar susurrara: «muévete con más atrevimiento», y toda la sala respondiera con una sonrisa. Es un sonido para aquellos que aman arriesgarse, pero no olvidan reírse de su propia audacia.

Al final queda la sensación de haber cumplido un ritual: unas cuantas copas, un par de secretos y la sensación de que la noche ha sido un éxito: atrevida, un poco descabellada y muy animada.