Улетают на юга

Huele a primavera y a asfalto mojado, como si acabara de llover muy cerca. La carta está compuesta por palabras sencillas, tan ingenuas y directas como las confesiones sinceras de un cuestionario escolar. No hay grandilocuencia en ellas, solo una sincera nostalgia por el encuentro, por el hogar, por el vestido ligero que se ha quedado grabado en la memoria.

En cada línea hay sinceridad adolescente, donde el dolor de lo que no se ha cumplido convive con la esperanza: «llámame y vendré». Los cisnes se van al sur y, con ellos, se escapa la oportunidad de estar cerca, pero sigue habiendo la fe de que algún día el destino se ablandará. Y esa fe suena tan obstinada y conmovedora como una canción que tarareas bajo la lluvia mientras se te mojan los hombros.