Ждет

Es como si una simpatía pasajera se convirtiera en una lista de exigencias cuidadosamente empaquetada: las palabras cariñosas conviven con las prohibiciones, las promesas con los celos y la atención con una obsesión punzante. La voz parece susurrar «solo quédate cerca», mientras que en las líneas se cuentan silenciosamente los pasos y los «me gusta»: un acogedor secuestro de la personalidad envueltos en un suave paquete de glamour hip-hop.

Una crueldad divertida, un cóctel poco apetecible: los elogios por el pelo y la figura van de la mano con el control de las fotos del teléfono y el derecho a «decidir qué hacer hoy». Aquí, el cuidado se disfraza de posesividad y las promesas se convierten en un contrato del que no se puede salir sin moratones. De repente, cosas comprensibles y terribles parecen casi el romanticismo cotidiano del siglo XXI, con el parpadeo de la pantalla y el regusto amargo de la ansiedad.

Una advertencia ligeramente irónica y una cálida sonrisa al mismo tiempo: es divertido y espeluznante ver cómo el amor puede convertirse en un proyecto para editar la vida de otra persona. En los oídos queda no tanto la melodía como la sensación de que a veces es mejor tener una guitarra en las manos y tres acordes que entregar la libertad a cambio de una atención que consume más de lo que da.