La Espiral

Las palabras se extienden como hilos de luz en la noche, atravesando obstinadamente el ruido de la ciudad, aferrándose al viento y volando más lejos. Hay algo en ellas que recuerda a una carta en una botella: un simple «perdón», pero dicho de tal manera que resuena en el interior. Espiral tras espiral, la caída se convierte en ascenso, e incluso la oscuridad suena como una promesa de que, tarde o temprano, se encenderá el fuego eterno.

La música se mantiene en la frontera entre la oración y la confesión. Pura, un poco transparente, con esa sensación de cuando, paso a paso, te acercas a la luz que siempre ha estado ahí, pero que por fin te has decidido a ver.