Besito en la Frente

Una mañana soleada que huele a piel y ritmo. Donde la noche ya ha cedido su posición, pero el cuerpo aún recuerda el baile y la promesa de «para siempre». La música se envuelve en un adorno tropical: tambores, calor, respiración, caricias. No se trata de precipitación, sino de ese «lentitud» en la que cada segundo es como una cuerda tensada que vibra hasta temblar.

Las palabras sobre la eternidad no suenan como juramentos grandilocuentes, sino como una simple certeza: aquí estamos nosotros, aquí está el baile, aquí está el momento, y no se necesita nada más. Incluso si mañana se lo lleva, quedará el sabor, denso y especiado, como la mañana después del carnaval, cuando el mundo que nos rodea parece un regalo y el corazón sigue marcando el ritmo de «somos eternos».