DANCE, MAMA!

Cuando la cocina huele a café, algo hierve en la olla, el niño ha vuelto a perder un calcetín y mamá, con una sonrisa y el rímel intacto tras haber sobrevivido a tres apocalipsis, sigue bailando. Porque las superheroínas no tienen días libres. Salvan el mundo entre la plancha y la llamada de la profesora, apagan catástrofes con una sola mirada y sienten el hambre a tres habitaciones de distancia. Y todo ello al ritmo de su propio compás interno, donde incluso el cansancio se puede convertir en movimiento.

Un poco de brillo, un poco de ironía, un poco de risa a través del insomnio, y de nuevo adelante, con una fuerza que ninguna pulsera de fitness puede medir. Porque mamá no solo baila. Ella carga toda la casa con la electricidad del amor.