Ya t Has Corrido?

El rostro de muñeca y la descaro de una actriz porno se encuentran uno al lado del otro, como escaparates en una calle nocturna: atraen, guiñan el ojo y sorprenden ligeramente. La voz recorre los pasillos vacíos del deseo, a veces fría, a veces ardiente, como si alguien hubiera olvidado apagar la calefacción del suelo de baldosas. El estribillo repetitivo es como un ritual: una ligera burla de la propia elegancia y una declaración segura del derecho de propiedad sobre los restos de los sentimientos ajenos.

Aquí se mezclan el juego, la provocación y el cansancio de los roles: el brillo narcisista convive con la ironía clínica, y las líneas a veces ríen, a veces arañan. Toda la composición es como el diario de una ciudad nocturna: mucha luz, un poco de desorden y una cálida sonrisa al final, que sabe que se puede vivir de forma hermosa y con entusiasmo.