Goodbye

Despedida en modo repetición: las palabras suenan como una nota en la mesa de la cocina, breves, frías y un poco teatrales. Las acusaciones, el arrepentimiento y las promesas se envuelven en la coreografía rutinaria de la separación: arrodillarse, caer sobre la espada, dejar una nota, todo según el guion. Donde debería haber una explicación, solo queda un eco: «adiós» una y otra vez, y el dolor de repente parece un mueble familiar. La impresión no es un final con fuegos artificiales, sino un tren silencioso con una estación lejana: la gente se va, alguien bendice, alguien se despide con la mano y la luz de la ventana se apaga lentamente. Un poco triste, un poco irónico y sorprendentemente humano: a veces, marcharse es simplemente otra forma de intentar arreglarlo todo.