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Descripción
El vaso medio vacío, el cigarrillo se apaga y la última canción comprada con calderilla en la vieja gramola suena desafiante. El bar cierra, todos a su alrededor ya están demasiado «borrachos», y el silencio en el teléfono es más fuerte que cualquier bajo.
La sensación es como si la noche misma hubiera decidido echarte por la puerta, diciendo: «vete a donde quieras, pero no te quedes aquí». Y solo queda este estado viscoso, que no es melancolía ni ira, sino una apatía obstinada que solo pide una cosa: déjame irme a la oscuridad y no me toques.
Letra y traducción
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