High Divin’

Bonitas luces, sonrisa seductora... y la misma historia de siempre: un salto a aguas poco profundas con vistas a los Juegos Olímpicos. Parece que la emoción prevalece sobre el sentido común: otra vez fuego, otra vez quemaduras, otra vez la pregunta «¿por qué duele tanto?». Todo es predecible, como un mal hábito, pero con cada apuesta por todo, hay una pequeña esperanza de que esta vez haya suerte. Solo que sigue sin haber profundidad, y lo único que salva es la habilidad de salir a flote después de los propios saltos.