Дым

El humo se eleva en lentas volutas, como si quisiera ocultar el techo de pensamientos superfluos. La noche ha vuelto a ser «aburrida», pero esto tiene su propia terapia: permitirse una pausa, un poco de gamberrismo y un silencio sincero en lugar de conversaciones forzadas. Aquí se mezclan los remordimientos, la costumbre de vivir «mal» y el deseo de mejorar, todo ello revuelto como las cenizas en un cenicero. Pero en este apartamento destartalado con placas en las paredes suena algo más importante que el humo: el recuerdo de las caídas, las lágrimas de la madre y la silenciosa obstinación por levantarse de nuevo. El resultado es una confesión envuelta en humo de cigarrillo, donde incluso los errores no suenan como una sentencia, sino como una forma de seguir respirando.