Кугульта

El primer depósito lleno, comprado con el sueldo de la obra, la carretera llena de baches y la radio que sonaba más fuerte que la razón. Entonces bastaba con quinientos rublos para sentirse adulto y una sola mirada para olvidarlo todo. Años más tarde, esas mismas calles te reciben como una persona diferente: con un coche, planes en Moscú e hijos ajenos en tus historias. Pero basta con ver unos ojos familiares para volver a tener dieciséis años. Las mismas bancas, los vecinos que miran el coche y el corazón que recuerda la ruta mejor que cualquier navegador. Música sobre cómo pasa el tiempo, pero por dentro parece que nada cambia.