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Descripción
Dormir es para los débiles, y la calle vive según sus propias reglas: aquí se lanzan los dados más a menudo que las palabras de apoyo. Todo parece un juego de azar, solo que en lugar de cartas, lo que está en juego es la vida, y las apuestas son siempre más altas de lo que uno quisiera. En la oscuridad de las farolas se deslizan siluetas, detrás de ti se oyen ruidos, y ya no sabes si es el viento o alguien que ha venido a probar tu suerte.
La música suena como un viaje nocturno con el maletero entreabierto, donde se esconde algo más que hierro y polvo. Ironía seca: «No importa quién seas ni de dónde vengas, el error cuesta lo mismo». Y a través de todo este frío, una extraña sensación de claridad: mientras mantengas el ritmo, el juego continúa.
Letra y traducción
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