Cinnamon

La canción suena como la mañana después de una noche agitada, cuando la almohada es ajena, el teléfono permanece en silencio y en la cabeza solo hay un nudo pegajoso de celos, ira y cansancio. Aquí hay un sarcástico «sigo siendo dulce como la canela» y una sincera confesión de que es más fácil dormir hasta las tres que volver a recomponerse. La música te embriaga con una dulzura nauseabunda, como si te abrazara, y la letra te golpea directamente en el plexo solar. El resultado es una terapia extraña: desmoronarse de forma hermosa y no avergonzarse de ello.

Director: Kit Herron

Montaje: Drew Bauml