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Descripción
Hay momentos en los que todo el mundo se desvanece obedientemente, junto con los relojes, los asuntos y el ajetreo. Solo quedan las manos, que se encuentran en la oscuridad, y la respiración, que altera el ritmo de la noche. Todo a nuestro alrededor parece detenerse para dar paso a esta danza de intimidad, en la que incluso los ángeles se convierten en testigos invisibles.
Compositor, autor del texto: Stanislav Sojka
Letra y traducción
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